viernes, 19 de septiembre de 2008

los restos



A propósito del arte antiguo y medieval. Tiene que ser muy desalentador para un historiador especializarse en, vivir para y, por supuesto, amar un arte en cierto modo extinto, que existió esplendoroso en su día, pero del que hoy no queda prácticamente nada.

Decoraciones, revestimientos y finísimas riquezas que no han llegado hasta nosotros y de las que tan sólo tenemos noticia por crónicas y otras fuentes escritas. Unas cuantas piedras desperdigadas por el suelo y el entregado especialista ha de imaginar el resto.

Es como añorar a la persona amada en la distancia y sufrir el tormento de que, a falta de foto, y por mucho que te esfuerces en intentar recordarla, la recóndita, hudiza e incierta imagen formada torpemente en la cabeza ni se aproxima, de nada sirve, no alcanza para acallar nuestro prurito. No es suficiente, pero, a falta de algo mejor, tenemos que conformamos con eso.

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